Huecco se ha vendido

Y después de un título tan descriptivo, paso a los detalles.
Ayer fui a ver a Huecco en directo, ya que venía a Lugo por las famosas fiestas de San Froilán. Lo había visto varias veces con su anterior banda, Sugarless, y siempre me pareció un gran frontman, aparte de encantarme su música.
Ayer yo iba dispuesto a ver confirmado lo que llevaba tantos meses defendiendo a capa y espada: Que Huecco no se había vendido, que simplemente le molan los rollos latinos, que el sigue siendo el mismo… Y me equivoqué. Sí, señores, qué gran decepción.

El ambiente era lo que me esperaba. Un montón de pijas-bakalas-estándar-generación-bershka esperando el ‘Pa mi mulata, pa mi morena’, como quien va a ver a Bisbal.
Hizo alguna cosilla interesante, como un breve popurrí de Red Hot Chili Peppers que, todo hay que decirlo, no estuvo mal. No me convencieron algunos cambios que hizo respecto a la versiones de estudio en ciertos temas (sección de viento sustituída por guitarra en ‘Mamba negra’, por ejemplo), pero vaya, que es simplemente diferente y aunque no me haya gustado no es por eso por lo que rajo de él.
Lo que sí me ha parecido horrible ha sido la sesión de peloteo que tuvimos que aguantar durante todo el concierto. Todos los grupos, sean pijos o metaleros, suelen salir con aquello de «Cómo nos gusta tocar aquí» o cosas así una o dos veces en el concierto. Pero lo de Huecco fue muy exagerado. «Viva Lugo», «Viva Galicia», «Viva el San Froilán», «Qué buen pulpo hacéis por aquí», y así una lista interminable de lo que podríamos englobar en un «Mirad como os chupo la polla». Pero claro, él quería que nosotros hiciesemos lo propio con su miembro. Ponía una tremenda cara de felicidad cuando todo el mundo coreaba ‘Huecco, huecco’, acercaba el micrófono y lo dejaba un rato. Cuando no partía de nosotros, era él quien nos invitaba a catar su pene. Y la guinda, lo que dejó mi mandíbula a ras de suelo, lo que me hizo abrir los ojos como platos, lo peor del concierto… A la hora de hacer el amago de irse antes de los bises, en lugar de despedirse con un simple «Nos vamos» nos ‘deleitó'(nótese ironia) cantando el estribillo de una canción de Julieta Venegas, «que lástima pero adiós, me despido de ti y me voy…», que todo el pijerío allí reunido aplaudó y coreó otro rato más, ante la mirada satisfecha del señor Ivahn Huecco. Él ya no es el chico que yo conocí cuando cantaba en Sugarless. Ahora es un pijo que hace buena música (Y espero que al menos eso no cambie).

También es cierto que el concierto tuvo sus cosas buenas, la ejecución de los temas no estuvo mal, el sonido fue bueno, y por supuesto él se presentó con la voz en prefecto estado, como siempre. La canción ‘No te lloraré’ sonó a chándal metal(es un término despectivo pero yo no lo uso como tal, amí me mola el chándal metal) 100%, haciéndola mucho más pesada que en la versión de estudio, conviertiéndose en un de los mejores momentos de la noche. Y mi decepción no va a hacer que deje de escuchar el disco, como paso con los heavys a los que les encantaba el ‘Finisterra’ de Mägo de Oz hasta que empezó a salir en los 40, momento en el que el disco pasó a ser «una puta mierda». Seamos racionales. El mismo disco que me encantaba hace una semana no va a dejar de gustarme ahora porque Ivahn se haya dejado caer en los brazos de la comercialidad. Simplemente voy a dejar de defenderlo como estaba haciéndolo, porque efectivamente Ivahn ha cambiado. A Ivahn le encanta el rollo pijo. Y creo que con todo ésto he dicho suficiente. Qué decepción… Quién te ha visto y quién te ve.