Balcones de suicidio

Haz clic para ampliarLugo, mi ciudad, tiene muchas cosas curiosas. Pero una de las paranoias de la que más veces me he reído con mis amigos son lo que llamamos «balcones de suicidio». Se pueden ver desde la muralla, que es desde donde yo les saqué esta foto. Y sí, son más unas «puertas al suicidio» que «balcones de suicidio», pero no les voy a cambiar el nombre a estas alturas.

Si nos paramos a pensarlo… hoy en día las viviendas tienen cada vez más comodidades, pero… ¿cuántas de ellas ofrecen un servicio tan innovador como este? Incluso incorpora un montón de hierros con diferentes orientaciones para garantizar la eficacia, asgurando una experiencia intensa y… quizá un pelín gore. Rechace imitaciones.

Eso sí, el problema es que el balcón de suicidio del primer piso no creo que funcione muy allá. Seguro que cuando quieren suicidarse suben al tercero en plan «¡Vecino! ¿Te importa si utilizo tu balcón de suicidio? Es que el mío me falla, hombre… sólo un minuto, de verdad. No tardo nada.»